domingo, 16 de diciembre de 2018

MIS EDADES Y QUIENES LAS RECORREN CONMIGO II




Existen dos tipos de situaciones que siempre nos podemos encontrar: las que podemos controlar y las que no, este el primer filtro personal que a menudo me hago a la hora de enfrentarme a algo, me pregunto: ¿depende de mi? y si la respuesta es “no”, lo dejo pasar ya que nada quita tanta energía que intentar cambiar aquello que no “puedo”. Lamentablemente soy consciente que no puedo caerle bien a todo el mundo, ni controlar la opinión que tengan de mi, incluso a obligar que me quieran y menos aún a que la gente permanezca a mi lado contrario a su voluntad.

Lo que si depende de mi y puedo controlar es intentar ser una buena persona y llegar a ser lo que creo que soy, esto implica cambiar la expectativa de lo que no depende de mi, por la satisfacción de haber dado lo mejor de mi, aceptando que el resultado de las cosas no dependen de mi persona pero lo que si puedo controlar es el proceso de las mismas. Parte de este proceso es no olvidarme de dar las gracias por sacar unos instantes de vuestro tiempo para felicitarme el cumpleaños, por estar un año más en mi vida, por tenerme en cuenta y por quererme de la forma que cada uno sabe.

martes, 26 de diciembre de 2017

MIS EDADES Y QUIENES LAS RECORREN CONMIGO.

Quizá una de las cosas que verdaderamente celebro del paso de mis años es el poder comprobar como las personas, cuyo apego guardo muy debajo de mi piel, persisten a mi edades. Por este motivo, y no otro, ayer ha sido un día memorable y hoy quiero recompensaros con mi gratitud y devolveros con este parpadeo de mi tiempo a cada uno de los que en el día de ayer habéis sacado, por el medio de difusión que fuere, unos instantes para felicitarme el cumpleaños.
Sabed que a mi familia, a pesar de serme impuesta por el destino, la quiero y le doy gracias desde el corazón por su felicitaciones, pero con vosotros el vínculo todavía, por decirlo de alguna forma, se hace mayor ya que os quiero por elección.
Desde mi interior se que no nací para tener muchos amigos, pero he venido a este mundo con la certeza de que mi destino sería tener muy buenas amistades.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Un destino, un viaje.

Aún quedando atrás el recuerdo de una sombra solitaria soy reacio a creerme del todo que mi resignación se haya tornado en esperanza. En el vientre de esta nueva brisa gestan flechas de confianza, que lentamente destruyen las barreras edificadas que impedían afianzarme a la vida con una nueva raíz.
Existen dos personas que han hecho posible que me invada esta nueva frescura, que me sienta a gusto conmigo mismo en su compañía, con la certeza de que no me juzgarán, aceptándome tal como soy, sin miramientos, con una sonrisa de cómplices ante cualquier confesión, jubilosa o triste, sin importar el motivo. Teniéndome preparado siempre un hombro o un abrazo para ofrecerme cariño.
Siempre he sido una persona normal, sin ninguna aptitud que mereciese la pena destacar, a veces un poco “toxiño”, pero ahora puedo sobresalir en algo, en que formáis parte de mi.
Quizá este vínculo esté gateando, pero tengo la certeza que sus primeros pasos serán los de una amistad invicta al tiempo. Consideraros amigos no será tarea sencilla, necesitaré valor, coraje y osadía, ya que nos convertiremos en hermanos para toda la vida.

jueves, 26 de mayo de 2011

LA AMARGURA DE UNA VERDAD.

Soy hijo del tiempo en que me ha tocado vivir, amamantado por sueños de juventud y acunado por esperanzas tullidas, a cuestas con un presente en el que todavía no he sabido aplacar el susurro que me atormenta sin censura en las frías y solitarias noches, siendo el silencio quien lo acicala y la oscuridad quien mece este desazón. Cautivo de mi propia condena un estremecimiento me recorre la conciencia cuando compruebo como este suplicio se ha fortalecido con los errores que yacen tras de mi, despojándome de mi alma, morando a sus anchas en el laberinto de las vanidades, invadiéndome al igual que una niebla se apodera de los campos; lenta y regular como el pulso; convirtiéndose en juez y jurado para no dar tregua a la redención de mi afligido ser.Veo como mi porvenir ya apenas se disipa en la catarata del tiempo, los días transcurren delante de mi sin fijar rumbo alguno, la corriente me labra su propia travesía, arrastrándome hacia el acantilado de las oportunidades perdidas y dejándome a la merced de un destino incierto. Estos temores que mi propia naturaleza me infunde hace ralentizar el paso de la felicidad y resquebraja la armonía emocional. Soy consciente que mi orgullo, principal aliado de todos mis errores, se ha convertido en una daga que he ido afilando con el pasar de los años, temiendo que su filo me de caza en cualquier instante. Me aterra ese momento de igual manera que me horripila la soledad, intimando cada vez más conmigo, acostumbrándome a sus barrotes, convirtiéndose en vaga consejera de mi desolado futuro. Pero lamentablemente, una vez más, mi orgullo hará que no flaquee y logrará estoicamente que resista sin que implore ayuda.Cada vez me cuesta más seguir el sendero de la vida con mi sombra como única compañía, la nostalgia de mis seres queridos hace que ralentice todavía más el paso, y mis lágrimas sólo imploran un bastón humano que me ayude a sostenerme en pie para resistir la tempestad de todo aquello que me ha mermado las ganas de vivir. No quiero convertirme en un mártir rodeado de esquelas vacías, no quiero, a igual que nací sólo, morir sólo.

lunes, 23 de mayo de 2011

UNA AMISTAD TAMBALEÁNDOSE

Quizá el mundo que me rodea infravalora los vínculos que se forjan en la fragua de los sentimientos durante el transcurso de nuestra vida, tal vez sea mi persona la que los ensalce con desmesurado ímpetu o, simplemente, me niegue a caer en las fauces de una moral que araña la indiferencia. De cualquier forma, cuando se sufre la pérdida de uno es como perder una porción de nuestro propio ser.

Mi conciencia sufre tormento porque mis labios han catado el amargo sabor a nostalgia y mi corazón solloza por una herida que no sana, porque para que cicatrice ha de ser suturada con la vuelta a mi vida de la persona a la que he perdido. Presa del dolor soy consciente de una verdad que se hunde en mi pecho, que me oprime el latir y me nubla el sentido. Certeza que no es más que comprobar que tras lo mucho que hemos compartido y vivido, lo poco que ha significado.

Con gran pesar he podido darme cuenta como el “daño” que te he causado muy atrás queda del que te han hecho en el pasado otras personas, y en menos tiempo ya las habías otorgado tu redención. Siempre he procurado estar a tu lado en los momentos difíciles, de forma desinteresada, para que me encontraras enfrente tuya ofreciéndote mi mano en las caídas a las que te ha arrojado el destino. Por tanto, es cruel por tu parte que después de una disculpa y un apego de volver a verte sólo te haya provocado insensibilidad, probablemente no sea merecedor de la dispensa de tu clemencia o, sencillamente, no me encuentres entre tus prioridades.

No sufras por mi, aúnque mi alma cargue con el yugo de mi “pecado” o nuestra amistad flote a duras penas en el estanque del olvido, te libero de toda culpa, si es que alguna vez te ha envuelto ese sentimiento. Jamás suplicaré por tu compañía, por algo que ni tú sabrías encontrar el motivo que desencadenó la decadencia de nuestro vínculo. No evoco en ti toda la culpa, Dios sabe que yo también tengo parte, pero si el hecho de haber promovido la nada como tú única respuesta en todo este tiempo. No temas cuando nuestras miradas se crucen, porque será la única manera que tengamos para recuperar las oportunidades perdidas de reparar lo que ya no existirá.

sábado, 14 de mayo de 2011

METÁFORA DE UN SENTIMIENTO

Todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender nosotros solos. Necesitamos como parte indispensable el oxígeno y algo que combustione, por ejemplo, una vela. Sólo que en nuestro caso el oxígeno debe provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada. La luz de la vela, sin embargo, puede provenir de cualquier cosa, por ejemplo, como una melodía, palabra, caricia, etc, cualquier cosa que dispare el detonador y encienda una de las cerillas.

Por tanto, cada persona tiene que descubrir cuales son sus propios detonantes para poder vivir, ya que la combustión que se realiza al encenderse una de ellas, ¡eso!, es lo que nos nutre de energía el alma. Si no existiese detonador para los fósforos, entonces la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender uno sólo de ellos. Puedo estar seguro de que hay muchas maneras de poner a secar una caja húmeda.

Claro que también es muy importante encender las cerillas una por una, ya que, si por una emoción intensa se encendiesen todas de un sólo golpe, se produce un resplandor tan fuerte que aparece ante nuestros ojos un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al nacer y, a la vez, nos llama para encontrar nuestro perdido orígen divino.
 
 
Nota: Metáfora de la obra "Como agua para chocolate"

UN AMOR QUE NO LLEGA

Existen misivas que se redactan con palabras rescatadas de las cripta de los desdenes, escritas con la tinta de las lágrimas y dictadas por el latir del pecho. Esas cartas son amontonadas en el buzón de los fracasos sentimentales y que, a nuestro pesar, se convierten en esquelas amorosas. Estas líneas pueden ser un desesperado grito más, un lamento de un moribundo con una herida que no aguanta sutura, un afecto incierto que queda en espera de respuesta.

He vivido corriendo, sin torcer la vista y tratando de construir una oportunidad. Estoy cansado de compartir sentimientos añejos, de cosechar decepciones y de coser heridas sentimentales. Siempre me he sentido como un extraño, viviendo anhelos que no pueden ser, porque nacen sin futuro, brotándome ilusiones de esa absurda caja de Pandora que engendra nuestros destinos.

A veces pienso que mi alma sólo se alimenta de amores muertos. ¿Es tan difícil enamorarnos con apego de una pasión, que nos excite y nos corresponda? No quiero imaginarme inventando imágenes de amores imposibles, fantásticamente surrealistas o absurdamente virtuales, como para terminar enamorado y hablando con fantasmas. A veces me siento como un extraño que desaparece para estropear a las ilusiones de otros sueños, con apariciones tardías que asombran y seducen con el encanto de las irreverencias ardientes, de las fogosas e insolentes palabras que sorprenden con su irónica frescura.

Odio cuando la carroña se enamora de mi y simplemente me desea como una máquina sexual. No quiero volver arrepentirme, absolutamente de nada. A menudo pienso que solo soy un afortunado perdedor por haberme caído dos veces y haberme levantado tres. Creo que mis emociones necesitan un estremecimiento que las tonifique y que les permita captar la atención de una esperanza que deambula a mi encuentro.

Aprenderé a vivir para sobrevivir. Mi vida ha sido un largo y abrupto sendero en el que las encrucijadas se han convertido en una constante. Me cansé de intentar ser y pensar como un ganador perenne, indestructible y siempre comprensible. ¿Será imposible encontrar con quien compartir un amor indefinido? ¿Será que no existen amores neutros? ¿Por qué a veces, demasiado es nada y nada hace felices a tantos?
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Espero que os haya gustado,hasta el punto de arrebataros un suspiro.