jueves, 1 de septiembre de 2011

Un destino, un viaje.

Aún quedando atrás el recuerdo de una sombra solitaria soy reacio a creerme del todo que mi resignación se haya tornado en esperanza. En el vientre de esta nueva brisa gestan flechas de confianza, que lentamente destruyen las barreras edificadas que impedían afianzarme a la vida con una nueva raíz.
Existen dos personas que han hecho posible que me invada esta nueva frescura, que me sienta a gusto conmigo mismo en su compañía, con la certeza de que no me juzgarán, aceptándome tal como soy, sin miramientos, con una sonrisa de cómplices ante cualquier confesión, jubilosa o triste, sin importar el motivo. Teniéndome preparado siempre un hombro o un abrazo para ofrecerme cariño.
Siempre he sido una persona normal, sin ninguna aptitud que mereciese la pena destacar, a veces un poco “toxiño”, pero ahora puedo sobresalir en algo, en que formáis parte de mi.
Quizá este vínculo esté gateando, pero tengo la certeza que sus primeros pasos serán los de una amistad invicta al tiempo. Consideraros amigos no será tarea sencilla, necesitaré valor, coraje y osadía, ya que nos convertiremos en hermanos para toda la vida.

jueves, 26 de mayo de 2011

LA AMARGURA DE UNA VERDAD.

Soy hijo del tiempo en que me ha tocado vivir, amamantado por sueños de juventud y acunado por esperanzas tullidas, a cuestas con un presente en el que todavía no he sabido aplacar el susurro que me atormenta sin censura en las frías y solitarias noches, siendo el silencio quien lo acicala y la oscuridad quien mece este desazón. Cautivo de mi propia condena un estremecimiento me recorre la conciencia cuando compruebo como este suplicio se ha fortalecido con los errores que yacen tras de mi, despojándome de mi alma, morando a sus anchas en el laberinto de las vanidades, invadiéndome al igual que una niebla se apodera de los campos; lenta y regular como el pulso; convirtiéndose en juez y jurado para no dar tregua a la redención de mi afligido ser.Veo como mi porvenir ya apenas se disipa en la catarata del tiempo, los días transcurren delante de mi sin fijar rumbo alguno, la corriente me labra su propia travesía, arrastrándome hacia el acantilado de las oportunidades perdidas y dejándome a la merced de un destino incierto. Estos temores que mi propia naturaleza me infunde hace ralentizar el paso de la felicidad y resquebraja la armonía emocional. Soy consciente que mi orgullo, principal aliado de todos mis errores, se ha convertido en una daga que he ido afilando con el pasar de los años, temiendo que su filo me de caza en cualquier instante. Me aterra ese momento de igual manera que me horripila la soledad, intimando cada vez más conmigo, acostumbrándome a sus barrotes, convirtiéndose en vaga consejera de mi desolado futuro. Pero lamentablemente, una vez más, mi orgullo hará que no flaquee y logrará estoicamente que resista sin que implore ayuda.Cada vez me cuesta más seguir el sendero de la vida con mi sombra como única compañía, la nostalgia de mis seres queridos hace que ralentice todavía más el paso, y mis lágrimas sólo imploran un bastón humano que me ayude a sostenerme en pie para resistir la tempestad de todo aquello que me ha mermado las ganas de vivir. No quiero convertirme en un mártir rodeado de esquelas vacías, no quiero, a igual que nací sólo, morir sólo.

lunes, 23 de mayo de 2011

UNA AMISTAD TAMBALEÁNDOSE

Quizá el mundo que me rodea infravalora los vínculos que se forjan en la fragua de los sentimientos durante el transcurso de nuestra vida, tal vez sea mi persona la que los ensalce con desmesurado ímpetu o, simplemente, me niegue a caer en las fauces de una moral que araña la indiferencia. De cualquier forma, cuando se sufre la pérdida de uno es como perder una porción de nuestro propio ser.

Mi conciencia sufre tormento porque mis labios han catado el amargo sabor a nostalgia y mi corazón solloza por una herida que no sana, porque para que cicatrice ha de ser suturada con la vuelta a mi vida de la persona a la que he perdido. Presa del dolor soy consciente de una verdad que se hunde en mi pecho, que me oprime el latir y me nubla el sentido. Certeza que no es más que comprobar que tras lo mucho que hemos compartido y vivido, lo poco que ha significado.

Con gran pesar he podido darme cuenta como el “daño” que te he causado muy atrás queda del que te han hecho en el pasado otras personas, y en menos tiempo ya las habías otorgado tu redención. Siempre he procurado estar a tu lado en los momentos difíciles, de forma desinteresada, para que me encontraras enfrente tuya ofreciéndote mi mano en las caídas a las que te ha arrojado el destino. Por tanto, es cruel por tu parte que después de una disculpa y un apego de volver a verte sólo te haya provocado insensibilidad, probablemente no sea merecedor de la dispensa de tu clemencia o, sencillamente, no me encuentres entre tus prioridades.

No sufras por mi, aúnque mi alma cargue con el yugo de mi “pecado” o nuestra amistad flote a duras penas en el estanque del olvido, te libero de toda culpa, si es que alguna vez te ha envuelto ese sentimiento. Jamás suplicaré por tu compañía, por algo que ni tú sabrías encontrar el motivo que desencadenó la decadencia de nuestro vínculo. No evoco en ti toda la culpa, Dios sabe que yo también tengo parte, pero si el hecho de haber promovido la nada como tú única respuesta en todo este tiempo. No temas cuando nuestras miradas se crucen, porque será la única manera que tengamos para recuperar las oportunidades perdidas de reparar lo que ya no existirá.

sábado, 14 de mayo de 2011

METÁFORA DE UN SENTIMIENTO

Todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender nosotros solos. Necesitamos como parte indispensable el oxígeno y algo que combustione, por ejemplo, una vela. Sólo que en nuestro caso el oxígeno debe provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada. La luz de la vela, sin embargo, puede provenir de cualquier cosa, por ejemplo, como una melodía, palabra, caricia, etc, cualquier cosa que dispare el detonador y encienda una de las cerillas.

Por tanto, cada persona tiene que descubrir cuales son sus propios detonantes para poder vivir, ya que la combustión que se realiza al encenderse una de ellas, ¡eso!, es lo que nos nutre de energía el alma. Si no existiese detonador para los fósforos, entonces la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender uno sólo de ellos. Puedo estar seguro de que hay muchas maneras de poner a secar una caja húmeda.

Claro que también es muy importante encender las cerillas una por una, ya que, si por una emoción intensa se encendiesen todas de un sólo golpe, se produce un resplandor tan fuerte que aparece ante nuestros ojos un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al nacer y, a la vez, nos llama para encontrar nuestro perdido orígen divino.
 
 
Nota: Metáfora de la obra "Como agua para chocolate"

UN AMOR QUE NO LLEGA

Existen misivas que se redactan con palabras rescatadas de las cripta de los desdenes, escritas con la tinta de las lágrimas y dictadas por el latir del pecho. Esas cartas son amontonadas en el buzón de los fracasos sentimentales y que, a nuestro pesar, se convierten en esquelas amorosas. Estas líneas pueden ser un desesperado grito más, un lamento de un moribundo con una herida que no aguanta sutura, un afecto incierto que queda en espera de respuesta.

He vivido corriendo, sin torcer la vista y tratando de construir una oportunidad. Estoy cansado de compartir sentimientos añejos, de cosechar decepciones y de coser heridas sentimentales. Siempre me he sentido como un extraño, viviendo anhelos que no pueden ser, porque nacen sin futuro, brotándome ilusiones de esa absurda caja de Pandora que engendra nuestros destinos.

A veces pienso que mi alma sólo se alimenta de amores muertos. ¿Es tan difícil enamorarnos con apego de una pasión, que nos excite y nos corresponda? No quiero imaginarme inventando imágenes de amores imposibles, fantásticamente surrealistas o absurdamente virtuales, como para terminar enamorado y hablando con fantasmas. A veces me siento como un extraño que desaparece para estropear a las ilusiones de otros sueños, con apariciones tardías que asombran y seducen con el encanto de las irreverencias ardientes, de las fogosas e insolentes palabras que sorprenden con su irónica frescura.

Odio cuando la carroña se enamora de mi y simplemente me desea como una máquina sexual. No quiero volver arrepentirme, absolutamente de nada. A menudo pienso que solo soy un afortunado perdedor por haberme caído dos veces y haberme levantado tres. Creo que mis emociones necesitan un estremecimiento que las tonifique y que les permita captar la atención de una esperanza que deambula a mi encuentro.

Aprenderé a vivir para sobrevivir. Mi vida ha sido un largo y abrupto sendero en el que las encrucijadas se han convertido en una constante. Me cansé de intentar ser y pensar como un ganador perenne, indestructible y siempre comprensible. ¿Será imposible encontrar con quien compartir un amor indefinido? ¿Será que no existen amores neutros? ¿Por qué a veces, demasiado es nada y nada hace felices a tantos?

lunes, 4 de abril de 2011

ENGROSANDO LA COLA DEL PARO.

También esta crisis me pone sus manos encima, me sujeta por las solapas, tanto laboral como sentimentalmente. Esta feroz verbena de la economía me afecta mandándome a engrosar las filas de parados de este país, esta nueva situación en la que por primera vez me encuentro ha dinamitado y minimizado todos los demás aspectos de mi vida, el equilibrio del que disfrutaba se me ha venido abajo, y me he encontrado con que no existía red que amortiguara la caída.


Soy consciente de que ahora debo cuidar bien donde piso, ahora voy a caminar por el borde de desfiladero abrupto, en el que la incertidumbre hará que tenga un vértigo emocional a la inestabilidad que presagia mi futuro. Pero es por las mañanas, es cuando anímicamente toco fondo, cuando despunta el alba el desasosiego se mezcla con la niebla, avanzando lentamente y regular como el pulso, y compruebo como el tiempo en todo el día no mejora; y aúnque se agradece, y no falta ni la filantropía, ni la generosidad, ni la falta de bastones humanos, como en todos los males nadie que no los sufra puede hacerse cargo de este angustioso avatar.

Noto como la depresión me va mordisqueando, la parálisis laboral trastoca el humor y el amor, se crean tensiones y proliferan las discusiones, y uno se siente incómodo entre las personas con las que mantiene algún tipo de relación, hasta el aire que respiro me parece poco hospitalario; el fracaso, porque uno en estos momentos así lo entiende, el fracaso digo, uno lo siente solo, extremadamente desamparado en la contienda, así en el ir y venir de los días, sin llegar a entender, sin sentirme comprendido y sin esperanza.

Cuando has conocido siempre la estabilidad laboral, y en la vida se instala algo que se asemeja mucho a la felicidad, cuando todo eso queda patas arriba, sientes vértigo y vergüenza, y sientes que no estas limpio de culpa, y que con los labios vencidos de implorar un nuevo rumbo y flaqueándome el aliento me siento incapaz de solventar el inevitable amotinamiento de la desazón y la hiel.

La conciencia voraz y chillona me indaga, rasca, hurga en la herida, busca la causa y la encuentra, pero sigue su búsqueda, no descansa, sólo cuando el cansancio la vence se duerme como un viejo edificio deshabitado en espera de su inminente demolición, pero me temo que cuando despierte mi conciencia, también culpable, reanudará frenéticamente su cabalgadura por este calvario.

domingo, 27 de marzo de 2011

AHOGANDO UN DESAMOR A LA SOMBRA DEL PIGMALIÓN.


Aquí me tienes tirado a morir sobre la barra del Pigmalión, embriagándome de los recuerdos que tu ausencia ha convertido en el licor de mi desdicha, bebiéndome hasta el último suspiro por tu compañía, sujetando con la fuerza que me ha infundido tu engaño el vaso que calmará por unas horas las lágrimas que ahogarán el latir de mi pecho. Todo me lo bebo, me mamo bien mamao para diñar de indigestión, que mas vale morir emponzoñado que vivir en desamor.


Aquí me tienes a la deriva en el Pigmalión, relamiéndome las heridas bajo un sudario de soledades, donde el crudo invierno no llega a mi frío espanto y mi pellejo sucumbe al temor de que ya no me aguarde un porvenir. No quiero ser bajo tu sombra un desganado que añora oportunidades perdidas.


Aquí me tienes compadeciéndome en el Pigmalión por seguir a tu huella, llenándome la copa con tus infiernos, implorando que me la llenen hasta los bordes, que rebose, quiero de nuevo esa purga para que me entre a reventar sin remisión. Sucumbiendo a la idea de que ya no me queda nada por el que regresar a casa, salvo la amargura de tu ausencia, la nostalgia de tus caricias y el vacío inmenso en el que sin querer estoy viviendo.


No alcanzo a entender como igual que impetuosa te ofrecías al amor, lo mismo te entendías con el mal. Más de una pobre vida resbaló de tus brazos, más de una acabó maldiciendo, a igual que yo, el día en que el destino descorchó nuestro romance, dejando un sembrado de crudas plegarias en los garitos del malecón.


Andate con cuidado porque cuando los pasos de sultana con los que un día arribaste tropiecen con un bribón malo y perverso, y seas floja para resistir su engatusamiento, te maldecirás por suplicar su afecto en un callejón húmedo y solitario, a las puertas del Pigmalión. Ya no pago más precio por tu desamor que la propia desventura de saber que algún día serás tú la que sufras de soledad.

lunes, 21 de marzo de 2011

domingo, 9 de enero de 2011

ACABAR UNA LUCHA Y NO SENTIRSE VENCIDO


De nuevo me encuentro escribiendo entre las sombras del pasado que retornan con paso firme al presente intentando nublar el futuro. El silencio me inspira pavor contándome sus misterios y maquillando sus oscuros planes. La noche es mi musa, mi fiel confidente de los errores que me persiguen cargando tras mi espalda todas mis oportunidades perdidas. Quiero suponer que todos tenemos a ese otro yo en quien pensar, con quien podemos y deberíamos compartirlo todo. Podría hablarle, gritarle o simplemente susurrarle todo lo que en mi habita, ¿pero sabes?



Sólo siento desesperación por no saber si decirlos o guardarlos, porque al fin he desenterrado de mi alma los secretos que ya ni siquiera lo son. El único consuelo que me reconforta es seguir escuchando los viejos consejos, traídos de algún lugar, más allá del mar.

Quiero que este año, en el que apenas estamos gateando, solo me acompañen nobles propósitos y elevados ideales, quiero que mi lucha se acabe y no sentirme vencido, quiero sentirme inflamado de los mas bellos sentimientos, quiero romper los férreos grilletes del miedo y de la duda que mantienen mi mente aprisionada en el oscuro laberinto de las incertidumbres y quiero volver a soñar despierto.



Por eso, en este tiempo que me ha tocado recorrer, quiero medir mi vida no por las veces que respiro, sino por los momentos en que me ha dejado sin aliento.
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Espero que os haya gustado,hasta el punto de arrebataros un suspiro.