sábado, 23 de octubre de 2010

LÁGRIMAS POR UNA MADRE.

Antes de nada quiero que recibas mi más profundo pésame, y quiero que tengas presente que desde la distancia comparto la pena y la angustia que en estos días te estará asediando. Lamento profundamente no poder darte más consuelo que estas líneas, pero quiero que seas consciente que tienes, a igual que el resto de la familia, mi apoyo incondicional. Ojalá pudiese darte un remedio que apaciguase el dolor de tu alma, un consejo que calmase el llanto que recorre incansable tu mejilla o, simplemente, abrazarte para darte consuelo.

Pero a pesar de todo el amor que sentías por tu madre, has de saber que deberás proseguir tu camino, aunque en estos momentos te parezca impensable hacerlo sin el goce de su compañía. Tendrás que encontrar la forma de sobreponerte, pues como madre y esposa que eres tienes personas que te quieren y apoyan. Por esto el único consejo que ahora puedo ofrecerte es que llores y te desahogues durante estos días de luto, porque cada lágrima que te guardes con el tiempo te carcomerá el interior.

Pero jamás tengas reparo hacer apego a su recuerdo siempre que lo necesites, pues en cierta manera tu madre ha sobrevivido en tu hermano, en sus nietos y en ti. Todos tenéis un pedacito de ella, llevadlo con orgullo. Sin embargo, aunque haya desaparecido físicamente, no te engañes, se ha quedado a pesar de ya no puedas verla y no por no ser visible está ausente. Sólo el paso del tiempo te dará la oportunidad de establecer una nueva relación con ella y colocarla en paz en tu espíritu, porque contigo va a seguir siempre.

Una vez más llora por vosotros, por los que habéis de ser. Maldecirás en palabras silenciosas la ley de la continuidad de todas las cosas, pasarás de estar mal a estar mal pero acostumbrada. Debes saber que el día más importante de toda persona no es el día de su nacimiento, es el día de su muerte. Por eso cada duelo es único y no lo protagoniza quien se fue, sino los que han quedado, los vivos, distintos todos aunque lloren a la misma persona. Ojalá pudiese paliar los latigazos de dolor presentes en estos días melancólicos, los que te harán caer en la cuenta que las cosas que ahora acechan tu mente, tendrán que salir despacio de ella para dejar sitio a la nueva persona en la que te has convertido sin saberlo. Fundamentalmente, llorarás por ti, por lo que has dejado de ser.

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Espero que os haya gustado,hasta el punto de arrebataros un suspiro.